NO TE VERE MORIR, en la Casa Museo de Sucre, se articula a partir tanto de las características físicas del espacio y su configuración como de la historia del lugar y los hechos que acontecieron ahí. Particularmente me detuve en el hecho trágico de la muerte de la hija del Mariscal Sucre, Teresa, quien a los dos años cayó del balcón en esa misma casa. Me interesó pensar lo que podría significar este evento para un hombre tan acostumbrado a ver de cerca la muerte pero con un sentido tan distinto (aunque la niña murió después de la muerte de Sucre). En este acontecimiento se cruzan de manera singular el mundo privado de los afectos más íntimos y de los dolores más profundos con el ámbito público encarnado en la figura del militar para quien la muerte –sufrida o infligida- es un acto heroico y patriótico. El trabajo consiste en una gran mancha de plastilina multicolor que partiendo desde el segundo piso desciende diagonalmente, pasando sobre el balcón, hasta el suelo de la primera planta. La materialidad de la plastilina y su carácter blando, vulnerable y perecedero establece una directa relación con la idea de la muerte y la fragilidad del cuerpo, a la vez que la forma abstracta del trabajo evita ilustrarla literalmente, introduciendo además un cromatismo muy lejano al que asociamos con lo fúnebre. El título, No te veré morir, está tomado de un verso de la poeta uruguaya Idea Vilariño.