Las pinturas MAGENTA Y CINABRIO registran la huella del desplazamiento de los dedos por sobre una superficie blanda -cera de abejas coloreada- generando surcos que sutilmente dejan entrever imágenes sumergidas que nunca se revelan del todo. El gesto directo y simple de la mano y su huella evocan las innumerables imágenes que se han encontrado en cavernas prehistóricas originadas por el mismo gesto, distante en el tiempo, pero cercano en su impulso primario y vital.